martes, 30 de diciembre de 2008

A los pies del Monte Carmelo

Solo unos consejos del Doctor para comenzar la subida o mejor adentrarnos en ir al "más profundo centro del alma".
Lo primero es que los sentidos no nos dejen entrar en su trampa. Debemos ordenarlos. Si dejamos que se vayan por donde quieran nos van a llevar lejos de nosotros mismos. Nos llevan a vivir siempre en la periferia de nuestro ser. Debemos usarlos para vivir en la profundidad del ser y no en la superficie.
Salir de los apetitos e imperfecciones que hay en la parte sensitiva del hombre, por el desorden que tiene de la razón. Para ello deberemos entrar en las noches. Primero la del sentido y luego la del espíritu.
Ya que no podemos encontrarnos con la Luz si estamos en las tinieblas y para purificarnos debemos dejar el vacío que produce esos apetitos desordenados que el santo llama noche porque empezamos a carecer de todo aquello que nos entretiene y nos detiene.
Si no entramos en las noches nunca vamos a saber algo de la verdad de quienes somos y quien es Dios en nosotros.
Lo primero: siempre hay algo que podamos dejar hoy y que es un obstáculo para nuestro progreso espiritual. Sólo nosotros lo sabemos. Algo que cobijamos en lo más secreto que debemos cortar, hay que animarse pareciera que cuesta mucho pero solo en los comienzos.

Dice el Santo en el capítulo 4 de la Subida: "todas la afecciones que tiene en las criaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales estando el alma vestida, no tiene capacidad para ser ilustrada y poseída de la pura y sencilla luz de Dios, si primero no las desecha de sí, porque no pueden convenir la luz con las tinieblas".





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