viernes, 6 de febrero de 2009

En las noches sanjuaninas

Escribo de nuevo sobres las "noches". Cada vez pienso más en esas noches que a veces no atinamos a ponderar o a comprenderlas cabalmente, espiritualmente.
Sentimos como un estupor y miedos en la entrada de la "noche", termino o palabra que mas que un concepto es un estado del cuerpo y del alma. La tenemos a nuestra mano pero pensamos que estamos mejor bajo la luz engañadora y falsa del día material y natural hasta que esa luz nos cansa, nos agobia y nos harta. Tarde o temprano tendremos que encontrar la otra luz, la inextinguible, la totalmente espiritual, y para ello debemos apreciar las noches sensitivas, dolores, reveses y privaciones de lo que Dios no quiere. Y ya en la noche aprenderemos que son y de a poco en cuanto aumenta la noche se verá que comienza a despuntar aquella luz inmaterial, divina.
Cuantas cosas hay que dejar y sentir su privación para saber que es una noche. Pienso en cualquier cosa de todos los días, nuestras quejas, los juicios permanentes de las otras personas, aquel pensamiento peligroso para el cuerpo y el alma. Aquella amistad o relación que esclaviza o te hace perder la amistad con Dios.





miércoles, 28 de enero de 2009

SAN JUAN DE LA CRUZ Y LA VIRGEN MARÍA

Entonces llamó a un arcángel
que san Gabriel se decís
y enviólo a una doncella
que se llamaba María.

OTRA CAUTELA

Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo, por tanto sólo Dios es digno de él.

CAUTELA

Toda la bondad que tenemos es prestada y Dios la tiene por propia obra, Dios y Su Obra es Dios

Cautela de San Juan de la Cruz


Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar y despreciar y serás perfecto.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Cuando el desaliento nos paraliza

Enumeración de una constelación de todo aquello que nos detiene en la subida.
1-El miedo a no poder cambiar.
2-El desaliento ante las caídas.
3-El creerse que nunca vamos a poder entrar en las noches.
4-La cobardía para cortar aquello que nos amarra a alguna cosa o persona que no no es conveniente.
5-La pereza que nos arrastra a la postración sin posibilidad de realizar un camibio.
6-El creernos que estamos solos.
7-No creer en el Amor del Padre que nos guía para poder dejar los falsos amores.
8-Amarnos más a nosotros mismos sin pensar ni en Dios ni en el prójimo.
9-Renegar de la cruz que debemos llevar. Que sea medio para nuestra santidad. La Cruz verdadera no nos aplasta ni nos detiene. Quizá esta cruz sea nuestra noche.
10-Creerle al Doctor porque lo que él escribió lo vivió, y su palabra es digna de ser creida para nuestro bien. No hay otro camino para el cielo que las noches, queramos o no.


martes, 30 de diciembre de 2008

A los pies del Monte Carmelo

Solo unos consejos del Doctor para comenzar la subida o mejor adentrarnos en ir al "más profundo centro del alma".
Lo primero es que los sentidos no nos dejen entrar en su trampa. Debemos ordenarlos. Si dejamos que se vayan por donde quieran nos van a llevar lejos de nosotros mismos. Nos llevan a vivir siempre en la periferia de nuestro ser. Debemos usarlos para vivir en la profundidad del ser y no en la superficie.
Salir de los apetitos e imperfecciones que hay en la parte sensitiva del hombre, por el desorden que tiene de la razón. Para ello deberemos entrar en las noches. Primero la del sentido y luego la del espíritu.
Ya que no podemos encontrarnos con la Luz si estamos en las tinieblas y para purificarnos debemos dejar el vacío que produce esos apetitos desordenados que el santo llama noche porque empezamos a carecer de todo aquello que nos entretiene y nos detiene.
Si no entramos en las noches nunca vamos a saber algo de la verdad de quienes somos y quien es Dios en nosotros.
Lo primero: siempre hay algo que podamos dejar hoy y que es un obstáculo para nuestro progreso espiritual. Sólo nosotros lo sabemos. Algo que cobijamos en lo más secreto que debemos cortar, hay que animarse pareciera que cuesta mucho pero solo en los comienzos.

Dice el Santo en el capítulo 4 de la Subida: "todas la afecciones que tiene en las criaturas son delante de Dios puras tinieblas, de las cuales estando el alma vestida, no tiene capacidad para ser ilustrada y poseída de la pura y sencilla luz de Dios, si primero no las desecha de sí, porque no pueden convenir la luz con las tinieblas".